miércoles, 12 de enero de 2011

No me lastimes.

No me lastimes.
Soy muy sensible, y una espina bastaría para matarme.
Cuidado a donde apuntas, porque yo no cicatrizo.
Pequeñas llagas brotan y apenas las soporto.
El límite se acerca, cuidado, te pido.
No me lastimes.
No me lastimes.


sábado, 8 de enero de 2011

Qué tal que todo está bien.

Quiero poder ver todo como si fuera un bebé. Sin juicios previos.

Es impresionante la capacidad que tenemos para auto-cegarnos y poner una barrera entre nosotros, nuestra necesidad de identidad, y el resto del mundo.

Somos seres que para demostrar que somos diferentes, únicos y "especiales", adoptamos posturas y formas de pensar nada más para que nos identifiquen.
No digo que no existan motivos más allá de la necesidad de identidad al momento de desarrollar una postura. Sin embargo, cuando el mundo ya nos ubica y categoriza de determinada forma, cedemos a ese ser por mera seguridad e identificación.

Creo que nos equivocamos. El mundo es maravilloso en TODOS lados, en todas formas de pensar y en todo lo existente.

¿Por qué crearnos un horizonte límite, cuando tenemos la posibilidad de ver mucho más lejos?

jueves, 6 de enero de 2011

Mi moneda.

...y entonces yo pensaba:
Hay tanta gente mala que tiene tanto poder. De hecho, siendo objetivo, creo que la mayoría de la gente "dueña del mundo", son personas que no ven mas que por ellos mismos.
Sin embargo tienen todo lo que la mayoría de la sociedad (no mintamos) desearía.

Ahora, si ser un egoista y un ambicioso total, te lleva a ser Carlos Slim o Bill Gates. ¿Por qué no serlo?

Digo, sabemos que a los grande magnates no les interesa la gente y sí el dinero. Sabemos que a pesar de que sus fortunas crezcan y crezcan cada año, no harán algo por la gente que más pobre, y sí por conseguir más dinero.

Pensaba y pensaba, por qué no ser ese cabrón abusivo que explota a sus empleados; pagando sueldos míseros, y recibiendo el porcentaje más alto de las ganancias.

¿Por qué?

Si, ok, es malo abusar, explotar a los demás y bla bla bla.
Pero, pensando en lo corta y efímera que es la vida, cómo se nos puede ocurrir pensar en favorecer la vida de los demás en lugar de la nuestra.

Pensaba más.

Concluí simple:
Hacer el bien por los demás, produce amor.
Hacer mal a los demás produce odio.