La decisión de continuar perpetúa en el anochecer cálido.
Involuntaria, se apropia de mi ser. Me debilita a cada día.
Me ataca por todo flanco, destruyendo incluso aquella prima intención de supervivencia.
El ataque es devastador, suicida.
Es ver ese futuro, ese en el que me debilito despreocupado e indiferente. Es el presente.
Aún percibo el bien y el mal.
Aún percibo el bien y el mal, pero mis intenciones egoístas se han hecho deficientes.
Sé lo que hay que hacer, pero no lo haré. No hoy… mañana tampoco.