sábado, 29 de octubre de 2016

ROSA

En la mañana, como diario, estaba Rosa cruzando la avenida. Pero esta vez, a diferencia de todas las demás, por un descuido que tuvo que ver con prisa y factores de perspectiva únicos de la ocasión, Rosa no logro ver al auto rojo que venía a toda velocidad…
Él tampoco la vio ella, que entonces tenía 47 años…
Llegó al otro lado de la calle como todos lo días y siguió caminando. Tras diez minutos, llegó a su empleo de enfermera en la casa del señor Mondragón, que necesitaba asistencia en casi todo por su condición senil. Le hizo de desayunar y comenzó la rutina interminable que llevaba casi 9 años haciendo. DIARIO.
Hay mentes que viven presas y cuando mueren espontáneamente, no son capaces de trascender hacia la muerte. Permanecen presas en una dimensión donde su mente es su prisión y la vida real ni siquiera importa.

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